SEXO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOR
Esta noche puede casi matarte.
—¿Quién soy? —demanda la rubia arrodillada entre mis piernas.
Necesito venirme tan mal que duele.
Se la respuesta que quiere. Quiere que la llame “Ama”. Como si fuera la dominante. Ya ha tratado de hacerme decirlo dos veces, deslizándolo como si pensara que no lo notaría por todo el asunto alucinante que ha estado haciendo con sus labios y lengua y ese deslizamiento perfectamente ejecutado con los dientes que tan pocas mujeres dominan al darte sexo oral.
Está perdiendo el tiempo. Nunca va a pasar. No hay un solo hueso de sumiso en mi cuerpo. Soy el alfa desde la jodida médula.
Jalo su cabeza de mi entrepierna y le sonrío hacia abajo. Rubias cachondas y calientes son moneda común en el Chester. Los disturbios podrían haber saquearan Dublín el último Halloween y que el asesino congelante casi habérselo traído abajo por un tiempo, pero se está reconstruyendo rápidamente. La gente había estado inundando y reasentándose en ambos lados del río Liffey, atraídos por el deshielo, el poder restaurado y los suministros, pero casi todos por el desfile sexual insaciable de Fae que llenaban los bares y pistas de baile del 939 de Rêvemal Street cada noche de la semana, cazando amantes humanos. El más caliente y más mortífero nightclub en Dublín es el más grande, el mejor y más malo de todos: El Chester es la Central del Pecado, si lo quieres, lo tenemos.
—No eres así de buena, cariño —destello una sonrisa hacia ella. Mi comentario garantizaba achispar una de dos cosas: O se levantaría y saldría enojada, o me lo haría incluso mejor.
Y sabía por su confidencia; y el hambre con la que me había estado mirando toda la noche, que no se iría.
Rió y pasó su lengua sobre sus labios para ponerlos incluso más húmedos y brillantes con la saliva y la pre eyaculación. Me recuesto contra el escritorio de Ry, mirando hacia adelante su rendimiento amplificado, mirándola, vigilando el club a través del piso de vidrio bajo mis botas, amando la vida. Mientras las mujeres caminen en esta tierra, seré un hombre feliz. Si siquiera se hacen escasas, estoy acabado. Iría en busca de K’Vruck.
Chasquea la cabeza de mi miembro y entonces cierra su boca sobre él en un largo y perfecto deslizamiento todo el camino hasta la base… haciendo alguna clase de arremolinamiento, entonces una intensa succión de regreso hacia afuera.
Casi me tambaleo.
Hijo de perra, ella es buena.
Tiene sus manos en mi trasero, su rostro hundido en mi entrepierna, mi miembro está en su garganta y soy un jodido volcán a punto de explotar. El problema es, que es estado listo por unos buenos veinte minutos, pero siempre que me acerco, ella lo mezcla y lo empuja fuera de mi alcance. Lo que era inicialmente excitación, se ha convertido en un dolor en el trasero. Sin mencionar las pelotas. Estoy empezando a pensar que podrían romperse. Estoy goteando sudor y ni siquiera soy el que está haciendo el trabajo, aunque estoy esperando para bajar y hacerlo. La mujer tiene un cuerpo malditamente bueno.
Tomo su cabeza en mis manos y trato de mover su boca en mí de la forma que quiero.
Ella se resiste con una risa ahogada.
Saco su boca de mí y ella mira hacia arriba, sonriendo. Toma mi aliento en un segundo. Su cabello es un lío caliente alrededor de su rostro, justo de la forma en que me gusta. Como recién salida de la cama, siempre me hace querer follar. Entonces otra vez, la mayoría de las cosas lo hacen.
—Déjame venirme, cariño —dijo—. Hay muchísimo más después, si es lo que te preocupa.
—¿Parezco preocupada? Sé exactamente qué esperar de un hombre como tú. ¿Quién soy? —Pasa su lengua sobre la hinchada cabeza de mi polla.
Empiezo meterla, así de cerca estoy, pero entonces hace esa cosa del giro con sus manos y boca al mismo tiempo, y siento agujas en mi polla.
El placer muerto por el dolor.
El terciopelo de su boca.
Agujas.
Estoy empezando a irritarme más que disfrutar. Y he jugado rudo algunas veces con la mujer correcta. O tres.
—Ama —ronronea—. ¿Es realmente mucho pedir? ¿Por lo que te hago sentir?
Lo considero. Ella es rubia, con grandes y preciosas tetas. El mundo entero sabe que tengo una debilidad por esa combinación. Es así como he terminado en la oficina del jefe, recostado contra su escritorio, los pantalones de cuero alrededor de mis tobillos y la prácticamente desnuda construcción entre mis piernas mientras el bajo de Pussy Liquor de Rob Zombie —
¿Y cuándo infiernos va a dejar ese asunto? Es una de mis mejores habilidades y ni siquiera he tenido la oportunidad de deslumbrarla— retumba en el escritorio bajo mi trasero, reverberando desde uno de los subclubes de abajo.
Amo este lugar. Definitivamente una de nuestras mejores inversiones.
—Te estoy dando el mejor sexo oral que has tenido —dice—. Admítelo.
No hay problema. Les digo eso a todas las mujeres que me lo hacen. Las mujeres disfrutan hacer cosas en las que sobresalen, garantías de alabanza, repetir actuaciones, cada repetición de la actuación es más práctica para la mujer, lo cual garantiza que el siguiente hombre tenga un mejor sexo oral. Dado el tiempo que he estado en esto, y cuánta contención, estoy seguro que he mejorado con una sola mano la calidad de sexo oral de todo el mundo.
—Claro, nena, tienes el mejor sexo oral de todos.
—¿Quién soy yo? —ronronea.
Gimo.
—La perra que chupa mi polla.
Accedimos a no dar nombres. Ella me pidió que la llame perra escaleras abajo cuando tomábamos unas copas en el bar. Decía que la excitaba. Más tarde, con una sonrisa, lo cambió a princesa. Ahora quiere que le llame ama. Alto mantenimiento. Algunas mujeres lo merecen.
Sostiene mis bollas y aprieta, entonces empieza a succionarlas con exquisita precisión. Todos los músculos en mi abdomen se contraen y exhalo en una explosión. Estoy empezando a pensar que este podría ser el mejor orgasmo que he tenido. Si alguna vez consigo la maldita y sangrienta cosa.
—Realmente no lo entiendes ¿O sí? —dice. Su risa tintinea y el vello en mi nuca se siente raro de repente. Hay oscuridad en el sonido que podría preocuparme si ella no fuera jodidamente caliente.
Hablando de calor, bajo la mirada para ver el sudor corriendo hacia abajo por mi six pack, goteando hasta mis piernas. Estoy prácticamente parado en un charco de mi propio sudor. ¿Qué infiernos hizo Ry? ¿Elevar el calor del Chester a cien? Me estoy quemando. Encendido, como si tuviera fiebre, lo cual es imposible.
—No te preocupes. Estás aquí. Estoy aquí. Has esa cosa con tu lengua otra vez. La cosa de ondular.
—Te daré una pista —dice y de alguna forma está sonriendo mientras está succionando, y por un segundo, creo ver filas de diminutos dientes puntiagudos, como dientes de tiburón. No lo que un hombre quiere alucinar con la boca húmeda de una mujer caliente. Parpadeo y seco el sudor de mis ojos. El truco de la luz. Tiene dientes perfectos, blancos como estrella de cine, enmarcados a la perfección por marcas de lápiz labial carmesí, la mayoría del cual está todo sobre mi miembro y estómago. Oh, sí, tomaría una rubia con lápiz labial rojo cereza cada día de la semana que termine en “s” y “o”. La vida es dulce. Río.
Ella me corta con una mirada y entonces me empuja hacia atrás sobre el escritorio y estoy frío donde su boca quemaba, entonces está sobre mí, chocando contra mí y estoy empujando hacia arriba dentro de ella. Soy una granada, activada. Se siente como si mi cuerpo entero fuera a estallar, a romperse, desde la cabeza a la punta de los pies. Sangrientos infiernos, el sexo nunca se ha sentido como esto. Estoy en llamas, tan jodidamente caliente que juro que el escritorio está ardiendo.
Espera un segundo, lo está.
Llamas naranja lamen el aire alrededor de nosotros, como si mi sudor fuera alguna especie de gasolina derramada por el ébano lacado. Debimos haber derramado algo de tequila. Debía haber alguna vela en el escritorio. Estoy tumbado sobre mi espalda en fuego y ni siquiera puedo sentirlo. Ella se recuesta contra mí, uniéndose a mí en las llamas, Toma mi cabello en sus puños y nos besamos.
Es tan jodidamente irreal.
Medio espero que suenen trompetas celestiales. Siento como si mi piel se derritiera y nos mezcláramos el uno con el otro. Mierda extraña. Pero maldición, mi polla nunca se ha sentido mejor.
—¿Quién soy yo? ¿Es tan difícil darme esta pequeñez? Un poco de respeto. Es todo lo que busco, cariño. Puedo darte mucho más en recompensa.
Cristo, suena justo como yo, justo en la inflexión en la palabra “cariño”. Siempre les dejo llamarme como quieran. Siempre tengo el control. No hay mucho que me guste más que una bella mujer atada a mi cama mientras la hago venir hasta que se desmaye. Así que ¿Cuál es mi problema? Como ella dice, es una pequeñez. ¿Qué daño puede hacer una palabra? No es como si cambiar y dejarle el poder a una mujer fuera a ponerle fin a mi mundo, por lo que ser, joder.
Abro mi boca y succiono su lengua profundamente, entrando, saliendo. Siento mi polla dentro de ella, y además siento lo que ella está sintiendo: A mí, llenándola, dándole todo lo que quiere, excepto por esta pequeña cosa que es tan importante para ella por alguna razón. Quizás algún hombre la trató como mierda y ahora necesita ser llamada ama para volver a ser ella de alguna forma. Quizás soy parte de su cura. Quizás la hará venir tan violentamente como se que haré yo. Me gustan las mujeres. Quiero que se sientan bien. Es prácticamente mi misión en la vida.
—¿Quién soy yo?
Traté de formar la palabra dos veces y aún así fallé. Honestamente me gustaría darle lo que quiere, pero la sumisión simplemente no era lo mío.
Ella baja sobre mí y… aw, mierda, ¡aprieta! Tiene músculos que pueden ordeñar una manada de Holsteins hasta dejarlas secas. Corcoveo y casi me vengo, pero entonces es suave otra vez y tengo la sensación de que puede hacer esto toda la noche si quiere. Y es posible que esta chica loca lo quiera.
—Ama —me las arreglo para gruñir—. Ahora hazme venir o lárgate de aquí porque me voy a masturbar.
—Dime que me deseas más que a la vida misma —canta, toda suave y sensual.
—Seguro, nena —llego así de lejos. Si Ryordan alguna vez descubre que llamé a alguna nena ama, nunca escucharé el final de esto.
—¿Morirías por mí? —Pregunta, sin aliento.
Estoy empezando a ver que sin importar cuán caliente sea esta mujer, a pesar de sus numerosos talentos, tiene serios problemas como la mierda. Buscar a algún hombre fuerte y grande que juegue al héroe por ella. ¿Quién infiernos no lo hacía? Todas las mujeres escaleras abajo. Yo sobresalía en el papel. Y necesitaba venirme. Un intercambio lo suficientemente sencillo.
Tomo su trasero, me levanto y me empujo profundamente.
—Protegerte. Rescatarte. Guardar tu jodido honor si te queda alguno para cuando termine contigo, mujer. Ahora, aprieta.
—Pero ¿Morirías por mí?
No le dijo que podría matarla si no me venía pronto. Podría girar. Me ha mantenido en el borde por mucho tiempo. Me estoy poniendo más tenso de lo que es seguro con una mujer.
—Seguro, cariño. Lo que sea.
Ella no sabe que no puedo. Ni siquiera sabe mi nombre.
Ella retrocede y me sonríe hacia abajo con dilas de dientes de tiburón afilados como agujas.
El cabello rubio se oscurece a negro sangriento.
Labrios rojos caen a blanco. Entonces azul hielo.
Las llamas se mueven alrededor nuestro. Me toma un segundo procesarlo —también azules.
Aw, joder.
Miro hacia arriba, un poco lento para captarlo.
Estoy demasiado cerca para venir a pensar realmente rápido.
Sus tetas están demasiado lejos, en mi rostro como para pensar realmente rápido.
Unseelie. La perra es una Unseelie. No puedo creer que no lo haya cogido antes. No soy fácil de engañar. Bien, pecaminoso cabello rubio y curvas son suficientes para ahogar a un hombre felizmente.
Es una fae oscura. Bichos retorcidos, uno y todos, unos más que otros.
Y quería que la llame princesa…
Unseelie. Princesa.
Entorno mis ojos, mirándola hacia arriba.
Nah.
El rey oscuro no estuvo alrededor para hacerlos. Son un mito. No existen. Maldita buena cosa también. Los príncipes Unseelie son problema suficiente.
Oh, cariño —ronronea ella en mi mente—. Ciertamente lo somos. Atrapados en una biblioteca por una pequeña eternidad. Uno de ustedes nos dejó salir. Buena cosa, también. Los hombres tienen demasiado poder en este mundo. Nosotras arreglaremos eso.
—Joder, salte de mí.
Me llamaste ama. Dijiste que podrías morir por mí. Me perteneces.
Río.
—Sí, claro. Trata de mantener esa idea.
La empujo lejos pero mis manos van en la dirección equivocada, vuelan sobre mi cabeza y abruptamente vuelan hacia atrás, con ambas muñecas atadas a cada esquina del escritorio.
Cadenas de serpiente alrededor de mi garganta.
Mi cintura. Mis tobillos.
Jódeme.
Estoy encadenado.
Tiro hacia arriba, probando las cadenas, gruñendo. La magia no funciona en mí. Ni siquiera el glamour. Aún así ambos parecen hacerlo. ¿Qué infiernos está pasando?
Somos un recipiente singular. Su creación final. Ella sonríe y ahí están esos jodidos dientes de tiburón otra vez.
Estoy inmovilizado. Con los pantalones en mis tobillos, el miembro levantado directamente hacia arriba, y esta perra tiene dientes de tiburón. Estoy empezando a pensar que esta no ha resultado ser una de mis mejores noches.
—Dilo otra vez —dice, pero ahora es toda helada y arrogante princesa—. ¿Quién soy?
No hay forma de que lo diga otra vez.
Nunca.
Mi boca se abre y dice “Ama” ofendiendo cada maldita fibra de mi ser. Creo que mis pelotas incluso se encogen.
Ella me abofetea. Fuerte, en el rostro.
—Voy a matarte, tú loca perra jodida —digo, tiernamente. Mi especie no dice en voz alta cuando estamos a punto de aniquilar a alguien. Nos volvemos suaves y educados. Míranos así: Preocúpate. Ella no sabe que soy uno de los pocos que existen que realmente puede hacer bien esa promesa. No sabe quién o qué soy.
Ella me llamará am antes de morir.
—¿Quién soy? —dice.
Cierro mi boca fuertemente y peleo contra la compulsión fae y aún así mis cuerdas vocales rechinan.
—Ama.
Oh, sí, definitivamente la mataré. De diez formas diferentes y lentamente.
—Eres un buen chico, Lor.
¿Qué mierda? ¿Sabe mi nombre?
—Ahora realmente vamos a jugar —ronronea.
QUEMADO
© 2014 Karen Marie Moning
Un hombre camina hacia fuera. Fuerte. Brillante. Controlado. Depredador. Inquebrantable.
Él es todas las cosas que más admiro que ni siquiera puedo poner en palabras.
Tengo un violento flechazo con Jericó Barrons.
Mi cerebro casi se apaga cada vez que lo veo y eso es una gran cantidad de materia gris para atontar.
Antes acostumbraba, si no podía conciliar el sueño, fantasear sobre todo tipo de formas de impresionar a Barrons, matando monstruos, diciendo algo realmente inteligente o salvando el mundo , y él me vería como una mujer adulta y yo sería el brillo en la expresión de su cara.
Pero entonces Ryodan comenzó a aparecerse en mis fantasías como si tuviera algún tipo de negocio ahí, viéndolo todo, bueno... como... Ryodan, riéndose y haciendo esa cosa de gemido ronco que hizo en el nivel cuatro, por lo que puse fin a ese pequeño ejercicio feliz en somnolencia.
Ahora cuento ovejas.
Últimamente incluso esas cabronas se parecen a Ryodan, con claros ojos fríos y algún tipo raro de control hipnótico sobre mí.
Joder.
Estoy empezando a pensar que voy a tener que encontrar una manera de matarlo, como–permanentemente, solo para sacarlo de mi cabeza.
QUEMADO
© 2014 Karen Marie Moning
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